Cuento para practicar
Ana María – Capítulo 6
Aquí pueden seguir escuchando el cuento de Ana María, una chica española que quiere hacer un intercambio universitario en Düsseldorf.
Nuevamente pueden escuchar la versión completa, sin pausas, y también la versión con pausas para repetir y practicar la pronunciación. Yo leo cada frase dos veces para que puedas practicar con tranquilidad.
Les recomiendo que escuchen primero la versión completa, sin pausas, y después lean el texto (abajo está la versión completa escrita, también en formato PDF, para imprimir).
Aquí está el índice con todos los capítulos completos de Ana María.
Versión sin pausas:
Versión con pausas:
Capítulo 6
La primera mañana en la ciudad de Düsseldorf
Ana María terminó de ducharse, volvió al dormitorio y vio que Romina todavía estaba durmiendo.
Eran las ocho de la mañana y a Romina le gustaba dormir hasta tarde. Ana María lo sabía, porque las dos amigas habían ido de vacaciones juntas un par de veces.
Así que Ana María fue a la cocina para hacerse un café.
Después se sentó en el sofá, tomó su ordenador y se puso a leer sus correos electrónicos.
Mientras disfrutaba de su café con leche, miró por la ventana y empezó a observar la calle. Ayer no había prestado tanta atención a los detalles.
La calle era bastante ancha y circulaban muchos coches. Justo enfrente del edificio donde ella vivía había una obra en construcción. A Ana María no le molestaba el ruido de la obra. Le parecía muy práctico vivir en pleno centro de la ciudad. El piso estaba, además, muy cerca de la Universidad de Ciencias Aplicadas, en la que ella haría su semestre de intercambio, así que era ideal.
Se levantó del sofá y se acercó a la ventana. Justo enfrente había un gimnasio. Al lado del gimnasio había una panadería o al menos eso parecía, porque en el cartel había un brezel y Ana María había aprendido en sus clases de alemán que el brezel era típico de este país. Y lo había visto miles de veces en distintos lugares, pero todavía no lo había probado. Al lado de la panadería había un banco.
– Esto es genial, pensó Ana María. Aquí hay realmente de todo.
En la esquina se veía un edificio que parecía un supermercado. Súper práctico.
Pero lo mejor era el gimnasio. Como a Ana María le encantaba hacer deporte, quería hablar con Romina para preguntarle si la acompañaba a inscribirse en el gimnasio. Pero Romina todavía dormía.
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