Ángela Santos en Cataratas de Iguazú

Las historias de Ángela Santos, estudiante de Psicología en Buenos Aires

Episodio 2/2022

Era marzo. Ángela y su mamá, Inés, estaban en un hotel cerca de las Cataratas del Iguazú. Había sido un regalo de Ángela para el cumpleaños de su madre. Cuatro días juntas, madre e hija, en el hotel La Cantera Lodge, en plena selva de Iguazú, en la provincia de Misiones, Argentina.

—Mamá, ¿no es genial esto? ¿Te lo imaginabas tan bonito?, le preguntaba Ángela a su mamá, mientras acomodaba las ropas de su maleta en el armario de la habitación.

—La verdad que no. Este hotel es una maravilla. Estoy muy contenta de haber decidido venir acá. Es mucho más lindo que el hotel al que fuimos hace veinte años, ¿te acordás?

—Sí, sí. Me encanta que esté en medio de la selva. También es muy bonita la piscina y el comedor. El desayuno es bueno, estoy muy feliz.

—Mañana vamos a hacer un paseo muy largo. Todo el día nos vamos a ir al Parque Nacional de Iguazú, a ver las cataratas, ojalá yo pueda caminar tanto. ¿Te parece?

—Pero por supuesto, exclamó Ángela. Si a tu edad estás súper bien. Pareces mucho más joven de lo que eres, la verdad. Nadie te da la edad que tienes en realidad, le sonrió Ángela a su madre.

Al día siguiente, las dos mujeres se levantaron bien temprano y se pidieron un taxi que las recogió en el hotel y las llevó hasta el Parque Nacional de Iguazú. Fue un viaje de unos minutos. La entrada era para todo el día. Fueron temprano porque querían aprovechar todo el día caminando en el impresionante parque que fue declarado Patrimonio Natural de la Humanidad y que, además, es una de las siete maravillas del mundo.

—Mamá, ¿nos vamos a atrever a hacer el viaje en gomón?, le preguntó Ángela a Inés.

—¿Qué es eso?, preguntó su madre, con cara de susto.

—El gomón es un pequeño bote de goma que nos llevaría hasta casi tocar el agua de las cataratas. Yo hice ese viaje hace unos años. Es una aventura maravillosa, pero nos vamos a mojar bastante.

—Hm… no sé, mi querida hijita. Creo que prefiero ver las cataratas a la distancia, rió Inés con ganas, mientras seguían caminando por esa maravillosa naturaleza, admirando esos miles de tonos de verde de los árboles y plantas, esa inmensa cantidad de animales que veían a su paso, esas impresionantes masas de agua, trece millones de litros de agua por segundo, esa belleza natural absolutamente inigualable, que le hacía pensar a uno que estaba más cerca de dios.

Madre e hija se abrazaron emocionadas mientras disfrutaban de esas vistas divinas.

Archivo PDF: Las historias de Ángela Santos_02-2022

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