Cuento para practicar
Ana María – Capítulo 14
Aquí pueden seguir escuchando el cuento de Ana María, una chica española que hace un intercambio universitario en Düsseldorf.
Nuevamente pueden escuchar la versión completa, sin pausas, y también la versión con pausas para repetir y practicar la pronunciación. Yo leo cada frase dos veces para que puedas practicar con tranquilidad.
Les recomiendo que escuchen primero la versión completa, sin pausas, y después lean el texto (abajo está la versión completa escrita, también en formato PDF, para imprimir).
Aquí está el índice con todos los capítulos completos de Ana María.
Versión sin pausas:
Versión con pausas:
Capítulo 14
Una charla con Tomás
– Muchas gracias por todo, Tomás, dijo Ana María mientras le daba un beso en la mejilla a Tomás, para despedirse y bajarse del coche.
– Tu familia es absolutamente adorable y me encantó conocer a tus hermanas y a tu madre, siguió diciendo entusiasmada.
– Todavía no conoces a mi padre. Yo tampoco lo conozco, casi, le explicó Tomás.
– ¿De verdad?, preguntó Ana María, con mirada triste.
– No, no. Era un chiste. Claro que lo conozco. Pero está muy poco en casa y no me llevo nada bien con él. Yo lo he desilusionado. Él hubiera preferido que yo estudiase Matemáticas o Economía o algo así. Sin embargo, a mí jamás me dio por las Matemáticas o por la Economía. Siempre me interesó el deporte y estudié Gestión del Deporte en Colonia. Eso a mi padre le parece terrible y jamás me lo ha perdonado.
– Es decir, tú estudiaste Deporte a pesar de que tu padre estaba en contra.
– Exactamente. Mi madre siempre me ha apoyado. Ella siempre nos ha inculcado dos verdades fundamentales. La primera es que tienes que hacer algo que te apasione y la segunda es: querer es poder. Y por eso yo me decidí a seguir mi camino contra viento y marea. Pero no es nada fácil, porque mi padre no me apoya para nada y estoy bastante solo con esto.
– No estás solo. Tienes el apoyo incondicional de tu madre y tus hermanas.
– Es cierto, sí. Por otro lado, yo realmente prefiero hacer las cosas por mi cuenta. No me gustaría sentir que solo logré mis metas gracias a la ayuda de mis padres. Y tengo muchos planes para el gimnasio. Una gran visión; la cara de Tomás se iluminó al hablar de sus planes y sus ideas de futuro.
– Qué bien, te felicito. Eres un visionario y, además, tienes las agallas necesarias para llevar tus ideas a la práctica. Eso vale mucho. Pero discúlpame, por favor, me tengo que ir. Es tardísimo y mañana tengo miles de cosas que hacer y quiero irme a la cama.
Ana María se bajó del coche y, después de saludar nuevamente a Tomás con la mano, caminó hasta su edificio, abrió la puerta de entrada y subió a su piso.
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