Cuento para practicar
Ana María – Capítulo 18
Aquí pueden seguir escuchando el cuento de Ana María, una chica española que hace un intercambio universitario en Düsseldorf.
Nuevamente pueden escuchar la versión completa, sin pausas, y también la versión con pausas para repetir y practicar la pronunciación. Yo leo cada frase dos veces para que puedas practicar con tranquilidad.
Les recomiendo que escuchen primero la versión completa, sin pausas, y después lean el texto (abajo está la versión completa escrita, también en formato PDF, para imprimir).
Aquí está el índice con todos los capítulos completos de Ana María
Versión sin pausas:
Versión con pausas:
Capítulo 18
Fiesta, familia y algo más
Sophie, la hermana de Tomás, estaba en la fiesta con su hermana Lisa y con Leo, el novio de Lisa. También estaban la madre de Tomás y Anna, la hermana que vivía en Berlín y que había venido especialmente para acompañar a su hermano en la inauguración de su nuevo proyecto, el gimnasio. Anna era parecida a Lisa, pelirroja pero de ojos verdes en lugar de grises. Era muy bella.
Cuando Sophie la vio a Ana María, que estaba hablando con Noralie y con Pierre, el novio de Noralie, fue rápidamente hacia ella y la saludó, feliz de verla nuevamente.
– No te he contado que me ha ido muy bien en el examen de español, le dijo Sophie en alemán.
– ¡Cómo me alegra!, le contestó Ana María, contenta de haber podido ayudar.
El resto de la familia se acercó también y todos se sentaron a la mesa con sus bebidas y los platos del bufé. Anna se presentó y todos charlaron un buen rato. Parecían una familia española por la manera de comunicarse entre ellos. El padre de Tomás estaba de viaje de negocios, como siempre.
La madre de Tomás llevaba un vestido finísimo de Armani, de color bordeaux, unos zapatos elegantísimos en el mismo color y una cartera haciendo juego. Estaba muy bien maquillada y su cabello blanco y corto finamente peinado. Parecía una modelo de la revista Vogue. Ana María no podía creer que su marido siempre estuviera de viaje y que esa mujer tan simpática y agradable pasara tanto tiempo sola. Pero evidentemente su relación con sus hijos era muy buena.
A Ana María le encantaba esta familia. Antes ella pensaba que los alemanes eran fríos, serios, muy formales y más bien secos. Pero esta familia era todo lo contrario. La habían acogido desde un principio como si fuera parte de la familia. Y ella se sentía muy a gusto con ellos. Como si los conociera desde hace años…
– A propósito… ¿alguien lo ha visto a Tomás? Yo no lo he visto en la última media hora o más, dijo Anna.
– Yo sí. Lo he visto hace unos minutos, comentó Leo, el novio de Lisa.Estaba con una chica guapísima y parecía muy entretenido explicándole las máquinas del gimnasio. Pero ahora no los veo por ningún lado… quién sabe lo que le estará explicando, siguió Leo.
Ana María sintió cómo la sangre se le iba a los pies y se ponía blanca como el papel. Sophie la observó y notó que algo le pasaba.
– ¿Te pasa algo, Ana María?, le preguntó en voz baja, ya que estaba sentada directamente al lado de ella.
– No, no me pasa nada, gracias Sophie. Todo bien. Lo que pasa es que he bebido demasiado y creo que tengo que irme a casa. Se levantó para ir al baño y Noralie la acompañó.
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