Cuento para practicar
Ana María – Capítulo 19
Aquí pueden seguir escuchando el cuento de Ana María, una chica española que hace un intercambio universitario en Düsseldorf.
Nuevamente pueden escuchar la versión completa, sin pausas, y también la versión con pausas para repetir y practicar la pronunciación. Yo leo cada frase dos veces para que puedas practicar con tranquilidad.
Les recomiendo que escuchen primero la versión completa, sin pausas, y después lean el texto (abajo está la versión completa escrita, también en formato PDF, para imprimir).
Aquí está el índice con todos los capítulos completos de Ana María
Versión sin pausas:
Versión con pausas:
Capítulo 19
Un beso despierta sensaciones encontradas
Cuando Ana María y Noralie salían del baño, vieron a Romina y a Tomás, que estaban de espaldas a ellas y parecían estar conversando entusiasmadamente. Vieron también como, de repente, Romina tomó la mano de Tomás, se la llevó a la mejilla, lo miró a los ojos y lo besó en la boca.
En ese mismo instante, Ana María se dio vuelta y fue a buscar su abrigo, con Noralie pisándole los talones. Ninguna de las dos vio cómo Tomás se separaba abruptamente de Romina después de explicarle algo, ni cómo volvía a la sala, para seguir atendiendo a sus invitados.
– Espera, Ana María, por favor, no tan rápido, le pidió Noralie a su amiga.
– ¿No te vas a despedir de nuestros amigos?, siguió preguntando la francesa.
– Claro que sí. Y después me voy a casa. Estoy cansada y no me siento bien. Tú te puedes quedar con Pierre y con los demás, dijo Ana María mientras se acercaban a la mesa donde estaba la familia de Tomás, para despedirse e irse a su piso, que estaba enfrente del gimnasio.
– ¿Qué le pasa a Ana María?, le preguntó Lisa a Noralie.
– Parece haber visto un fantasma, siguió Leo.
– No, no fue un fantasma, sino dos personas de carne y hueso que estaban besándose apasionadamente, les explicó Norale, sin dar más detalles y dejando a toda la mesa a la espera de más explicaciones.
En ese momento, Tomás se acercó a la mesa para saludar a su familia y para saber si les gustaba la fiesta y si todo estaba a su gusto.
– Nosotros estamos muy a gusto, sí, le contestó la madre. La fiesta es preciosa, la comida, deliciosa, la música que has elegido no podría ser mejor para este evento.
– ¿Alguien la ha visto a Ana María?, preguntó Tomás.
Noralie puso cara de misterio y le dijo que se acababa de ir, porque no se sentía bien. Y Leo, que a veces tenía menos tacto que un cactus y menos sensibilidad que un mosquito, dijo: parece que vio a dos personas besándose y ahí mismo salió volando para su casa…
Se hizo un silencio en la mesa, Noralie se atragantó con el cava que estaba tomando y empezó a toser y, en ese preciso momento, llegó Romina a la mesa. De todas las personas que estaban ahí conocía solo a Noralie y, desde esa noche, a Tomás.
– Noralie, ¿la has visto a Ana María?, preguntó Romina.
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