Cuento para practicar
Ana María – Capítulo 9
Aquí pueden seguir escuchando el cuento de Ana María, una chica española que quiere hacer un intercambio universitario en Düsseldorf.
Nuevamente pueden escuchar la versión completa, sin pausas, y también la versión con pausas para repetir y practicar la pronunciación. Yo leo cada frase dos veces para que puedas practicar con tranquilidad.
Les recomiendo que escuchen primero la versión completa, sin pausas, y después lean el texto (abajo está la versión completa escrita, también en formato PDF, para imprimir).
Aquí está el índice con todos los capítulos completos de Ana María.
Versión sin pausas:
Versión con pausas:
Capítulo 9
Tomás
Ana María apoyó las bolsas de compras en el suelo por un momento. Giró la cabeza y, al no ver a nadie, se dio vuelta y miró hacia todos lados.
Ahí lo vio a Tomás, que le sonreía desde lejos y la saludaba con la mano, mientras cruzaba la calle caminando hacia ella.
– Hola Ana María, ¿cómo estás? Wie geht´s dir?, le preguntó.
– Hola Tomás. Muy bien, ¿y a ti?, contestó, sonriendo.
– Bien. Acabo de terminar mi trabajo por hoy y te vi al salir del gimnasio. ¿Te ayudo con las bolsas?
– Gracias, pero no es necesario que te molestes.
– Pero si no es molestia. Te ayudo con gusto, le dijo tomando las dos bolsas de compras.
Ana María abrió la puerta y los dos subieron a su piso, en la segunda planta. Tomás entró y, tras caminar solo dos pasos llegó a la cocina, porque el piso era pequeño. Dejó las bolsas sobre la mesada.
– Siéntate, Tomás, dijo Ana María señalando el sofá de la sala.
Tomás se sentó y tomó el agua que Ana María le ofrecía, mientras ella guardaba las cosas en la nevera. Leche, mantequilla, quesos, jamón, mermelada. Después, se sentó al lado de Tomás.
– Hay algo que me intriga muchísimo, Tomás, ¿cómo es que hablas tan bien español?
– Hice un intercambio universitario de tres meses en Barcelona. Eso fue hace cinco años. Pero tengo que practicar español para no olvidarme, sonrió y vio que ella lo miraba muy sorprendida.
Ella pensó que él era solo entrenador en un gimnasio y se sorprendió al escuchar que había estudiado y hecho un intercambio en España. Tenía que pensar en su madre, que siempre le decía que no había que interpretar las cosas demasiado rápidamente.
– Bueno, lamentablemente me tengo que ir, dijo Tomás, levantándose del sofá e interrumpiendo los pensamientos de Ana María. ¿Nos vemos los próximos días en el gimnasio?, le preguntó.
– Claro que sí. Voy a entrenar un par de veces más esta semana. Después del curso de alemán.
– Si quieres, practicamos alemán juntos, le propuso Tomás.
Se dieron dos besos, uno en cada mejilla y, tras cerrar la puerta, Ana María suspiró profundamente.
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