Cuento para practicar
Ana María – Capítulo 11
Aquí pueden seguir escuchando el cuento de Ana María, una chica española que quiere hacer un intercambio universitario en Düsseldorf.
Nuevamente pueden escuchar la versión completa, sin pausas, y también la versión con pausas para repetir y practicar la pronunciación. Yo leo cada frase dos veces para que puedas practicar con tranquilidad.
Les recomiendo que escuchen primero la versión completa, sin pausas, y después lean el texto (abajo está la versión completa escrita, también en formato PDF, para imprimir).
Aquí está el índice con todos los capítulos completos de Ana María.
Versión sin pausas:
Versión con pausas:
Capítulo 11
La hermana de Tomás: Sophie
Ya faltaba muy poco para que terminara su curso de alemán y Ana María tenía la sensación de que había aprendido muchísimo. Supuestamente podría hacer el examen del nivel A2 al finalizar el curso. Los cursos que ella haría en la universidad serían todos en inglés, pero Ana María tenía la intención de hablar alemán y quería hablarlo bien. Por eso quería hacer el examen que ofrecía la escuela de idiomas y seguir estudiando la lengua.
– Ponte de novia con un alemán, le había dicho Romina, su mejor amiga. Es la mejor forma de aprender el idioma.
Ana María estaba haciendo su serie de abdominales en el gimnasio, muy concentrada en los ejercicios, cuando vio a Tomás con una chica de unos 16 (dieciséis) años. Los dos estaban hablando cuando, de repente, giraron las cabezas y la miraron. La joven no estaba vestida para hacer deporte, sino con unos jeans, una camiseta y una chaqueta de cuero. Era rubia, de pelo largo, muy atractiva.
Cuando Ana María terminó sus ejercicios y se levantó para hacer spinning, Tomás y la chica se acercaron a ella.
– Hola Ana María, te quiero presentar a Sophie, mi hermana menor.
Sophie estiró la mano para saludarla y Ana María se la estrechó. El clásico saludo alemán cuando uno no conocía a la otra persona.
– Sophie necesita ayuda con sus deberes de español. ¿Tú podrías ayudarla un poco?, le preguntó Tomás con mirada esperanzada.
– Hm… no sé si puedo. No conozco las reglas de gramática y todo eso, sonrió Ana María. ¿Qué necesitas exactamente?
– No hablo mucho, tartamudeó Sophie tímidamente. Y tengo una prueba el martes próximo. ¿Puedes ayudarme el fin de semena una hora?
– Sí, claro. Este fin de semana tengo tiempo. Mis clases en la universidad todavía no han comenzado.
– Muchas gracias. Vivo aquí.
Y Sophie escribió su dirección y su número de teléfono móvil en un papelito y se lo dio a Ana María.
Tomás y Sophie se despidieron de Ana María y ella fue a la bicicleta para seguir con su rutina, la cabeza llena de ideas y pensamientos y el corazón latiéndole más fuerte que de costumbre.
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