Las historias de Ángela Santos, estudiante de Psicología en Buenos Aires
Episodio 6
El coche de Ángela, su hermoso Smart blanco, ya no funcionaba bien y el arreglo le costaría más que un coche nuevo. Por eso, con una gran tristeza en el corazón, Ángela había decidido cambiar de coche. Con una de sus mejores amigas, Carolina, pasaron todo un sábado de junio yendo de una concesionaria de coches a otra, hasta que encontraron el coche ideal para Ángela: un Citroen C3 rojo. Precioso. A Ángela le parecía un coche muy femenino, aunque seguramente también había muchos hombres a los que les gustaba.
Pero antes de comprárselo, Ángela quería hablar con su padre, que generalmente era la persona que mejor la aconsejaba en todas las situaciones de la vida en las que se necesitaba tomar decisiones prácticas. Más aún tratándose de coches, que eran uno de los temas preferidos del padre de Ángela.
Así que ese sábado de junio Ángela fue a cenar a la casa de sus padres y llevó un montón de catálogos del Citroen C3, para estudiarlos detenidamente con su padre.
Inés, la madre de Ángela, abrió la puerta y abrazó a su hija, como cada vez que se veían.
-Antonio, vení que llegó la nena, gritó Inés, para que su marido bajara a saludar a Ángela.
-Ya voy, ya voy, se escuchaba la voz de Antonio bajando las escaleras. Vivían en una casa grande y muy bonita, que estaba en la localidad de Martínez, una región muy linda de Buenos Aires. En esa casa Ángela y sus dos hermanas, Viviana y Daniela, habían pasado toda su infancia. Era una casa grande, de dos plantas, con cuatro dormitorios, cuatro baños, un salón muy amplio y muy cómodo, una cocina grande, un jardín con piscina y quincho y, por supuesto, como en toda casa argentina, una gran parrilla para hacer asados.
Todos los fines de semana, durante la infancia y la juventud de Ángela, hacían asados en familia y con amigos. Y no solo preparaban carne, sino también pescado a la parrilla. A veces salmón, a veces pez limón, todas delicias. Y durante su infancia, Ángela siempre había podido invitar a sus amigos a su casa. Recordaba esos momentos con mucho cariño.
-¿Qué tal, hijita? ¿Cómo estás?
-Bien, papi. Necesito tu consejo. Acá hay un montón de catálogos que quiero que estudies conmigo, para elegir el coche ideal para mí.
-¿Cómo? ¿Y el Smart? ¿Qué pasó?
-Es que no está funcionando bien. Y yo necesito un coche que funcione siempre bien y que no me deje en la calle justo cuando tenga algún cliente conmigo…
-Claro, hija, es lógico. A ver, vamos a ver esos catálogos…
Y los dos se sentaron un buen rato en la sala, miraron los catálogos, buscaron modelos de Citroen en Internet, leyeron las recomendaciones de diferentes personas en diferentes portales de Internet y llegaron a la conclusión de que el coche ideal para Ángela era un Citroen C3, el mismo que había visto Ángela con Carolina aquella mañana.
-¿Cuando puedas, me acompañas a la concesionaria para negociar los pormenores, pa?
-Pero por supuesto. Con muchísimo gusto. Ya sabes que esas cosas me encantan y que te ayudo con mucho gusto. ¿Necesitas plata?
-Faltaría más. No. Tengo lo justo para comprármelo. Por supuesto que no me voy a comprar el último modelo, porque es demasiado caro.
Y mientras Ángela charlaba con su papá y analizaban todos esos temas importantes, Inés preparaba la cena y ponía la mesa. Como siempre, con mucho amor por los detalles.
-Bueno, la cena está lista. ¡Vengan a comer!
Archivo PDF: Las historias de Ángela Santos_6