Cómo hablar mejor español: Canapé intercultural – Nos sacamos los zapatos afuera
Hola a todos nuevamente y bienvenidos al blog Ganas de hablar.
Hoy les quiero contar algo que me pasó cuando llegué a Alemania, a la ciudad de Düsseldorf, en el año 1989. Peter, que en aquel momento era mi marido, y yo, llegamos desde Buenos Aires directamente a la ciudad de Düsseldorf el 20 de abril de 1989.
Cada uno de nosotros con una maleta de 20 kg. Fue una aventura. Hicimos el viaje porque nuestras raíces eran alemanas y quisimos probar cómo era vivir en Europa. Teníamos un billete de avión de ida y de vuelta, por si no nos gustaba y preferíamos volver a la Argentina.
Seguimos los dos en Alemania , después de tantos años.
Pero cuando llegamos en 1989 hubo muchas, muchas cosas que nos llamaron mucho la atención, porque eran completamente diferentes a nuestras costumbres de Argentina.
Y una de ellas era la siguiente: nosotros empezamos nuestra vida en Alemania en casa de unos amigos que nos albergaron diez días, momento en el que encontramos nuestro primer departamento de alquiler. Era un departamento que alquilamos con muebles y en el que vivimos los primeros diez meses de una estadía en Alemania.
Y cuando llegamos a la casa de nuestros amigos, aquel veinte de abril, vimos que delante de la puerta de nuestros amigos había unos cuantos pares de zapatos. Alexander, nuestro amigo, nos fue a recoger al aeropuerto y nos llevó a su casa.
Allí vimos entonces esos pares de zapatos delante de la puerta y observamos lo que hacía Alexander. Antes de abrir la puerta de su departamento, Alexander, con toda tranquilidad, se sacó los zapatos y se quedó en calcetines. Puso la llave en la cerradura, abrió la puerta y entró. Peter y yo nos miramos incrédulos, pero inmediatamente nos sacamos nuestros zapatos, los dejamos delante de la puerta, tomamos nuestras maletas y seguimos a Alexander al interior de su departamento, un lugar muy hermoso, con un piso de madera precioso, grandes ventanales, un lugar divino que nunca voy a olvidar.
Alexander nos dio a cada uno de nosotros un par de pantuflas y nos llevó a nuestra habitación, donde pasaríamos los próximos diez días.
Yo estaba muy feliz de no tener medias con agujeros, porque, realmente, nunca me había pasado una cosa semejante: en Argentina, nadie se saca los zapatos delante de la puerta de la casa y entra en medias a la casa. Menos aún las visitas.
Al principio nos pareció un poco extraño, pero muy pronto nosotros dos adoptamos esa costumbre alemana y desde ese momento, yo siempre me saco los zapatos en mi casa. Es más higiénico, más cómodo y mucho más agradable.
Una costumbre que también se conoce en Oriente, donde creo que la mayoría de las personas entran en sus casas, en los templos, sin zapatos. Es una señal de respeto y hoy en día me encanta.
Pero en el primero momento me sorprendió mucho
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