Aprender español con historias para escuchar: Ángela Santos – episodio 4
Era viernes. Un viernes de abril. Hacía frío en Buenos Aires. Claro, era otoño. Eran las seis de la tarde y Ángela había salido hacía unos minutos de la facultad. Le encantaba el estudio de Psicología. Le interesaba mucho todo lo que aprendía en la universidad.
Había quedado con una vieja amiga para tomar un café al lado de la universidad, donde la mayoría de los estudiantes pasaba horas estudiando, charlando con otros estudiantes o simplemente disfrutando de unos minutos de descanso entre clase y clase o al finalizar el día o, a veces, antes o después de un examen.
Ángela ya estaba sentada y se había pedido un café con leche, sin azúcar y un tostado de jamón y queso, como siempre, cuando entró su amiga, María Elena. María Elena le había pedido a Ángela que se encontraran para conversar un rato, porque tenía algo muy importante para contarle.
María Elena era mayor que Ángela. Tenía 30 años, no era ni muy alta ni muy delgada. Era muy guapa con su pelo largo, rubio y lacio. Sus padres eran descendientes de alemanes. Ella era profesora de alemán e inglés en una escuela alemana, en la localidad de San Isidro. Ángela y María Elena habían sido vecinas durante su infancia.
Cuando Ángela la vio, se asustó mucho, porque su amiga parecía muy preocupada o triste; no tenía buena cara.
-¿Qué te pasa, María Elena?, le preguntó Ángela inmediatamente después del beso en la mejilla.
-Estoy desesperada, Ángela. No te vas a imaginar lo que me pasó, empezó María Elena y se puso a llorar.
-Tranquila, amiga, tranquila. Respira profundo, siéntate aquí y cuéntame qué pasó, siguió Ángela con suavidad.
La amiga se sacó el abrigo, se sentó y sacó un paquete de pañuelos de su bolso para sonarse la nariz.
-Me reencontré con Carlos.
-¿Con Carlos? ¿Tu primer novio?
-Sí, exactamente.
María Elena estaba casada desde hacía cinco años y tenía mellizos de tres años: Mateo y Federico. Amaba a sus hijos con locura. Ella y su marido, Fernando, se habían comprado una casa más grande el año pasado, en San Isidro, para que ella no tuviera un viaje tan largo entre su casa y la escuela en la que daba clases.
-¿Y por qué lloras? ¿Qué pasó o qué te está pasando?, le preguntó Angela, aunque sabía ya de antemano cuál era el problema y qué es lo que le estaba pasando con su amiga.
-Los últimos seis años no he tenido nada de contacto con Carlos. Tú sabes que me separé de él porque estaba insegura, porque quería irme a Alemania por un tiempo y pensaba que era mejor no tener un solo hombre toda la vida… nos separamos en aquel momento y nunca más nos hemos hablado. Y para decirte la verdad, yo lo amo a Fernando, pero nunca, nunca, nunca he tenido con él una relación tan íntima como la que había tenido con Carlos. ¿Me entiendes? Pero lo amo y por eso pensé que nuestro proyecto de vida era lo mejor que me podía pasar… luego nos casamos, llegaron los mellizos y estoy en una vida que es una mezcla de costumbre y aburrimiento… Y cuando me llegó un Whatsapp de Carlos… le contesté. Nos vimos hace dos semanas en un café y fue como si nunca nos hubiéramos separado.
María Elena se echó a llorar desconsoladamente y Ángela la abrazó y no dijo nada. Solo la abrazó y dejó que se le pasara el ataque de llanto.
-Puedes dejar pasar un poco de tiempo antes de decidir cualquier cosa, ¿no?, le dijo Ángela a su amiga. Pero al verla, supo de inmediato que su amiga ya había tomado una decisión y que, probablemente, esa decisión sería inamovible.
Cosas de la vida, pensó Ángela, pero no dijo nada y llamó al mozo para pedirle un té o un café a María Elena. Seguramente estarían un buen rato en el café, charlando. Había muchos problemas que se hacían más soportables cuando uno los compartía con una buena amiga.
Archivo PDF: Las historias de Ángela Santos_4
Mil gracias para estos capítulos pequeños en practicar español. Me los han dado confianza en mi habilidad de comprender el idioma.
Gracias por tu comentario, Lori. Me ayuda para saber si a las personas les sirve lo que estoy haciendo. Un abrazo y hasta prontito, Cristina
Muchísimas gracias por todos tus videos. A mí me gustan un montón! ¿Has escrito tu la historia de Angela?
Querida Lorraine:
Me alegra muchísimo que te gusten los videos. Las historias las he escrito yo, sí. Tanto la de Ana María, una estudiante española en Alemania, como los episodios de Ángela Santos. 🙂 Qué suerte que te gusten. Eso me motiva a seguir inventando historias. Un muy fuerte abrazo, Cristina
Querida profesora Cristina:
Ich bin sehr dankbar, Deine linguistisch und inhaltlich so lehrreichen Aufsätze zu erhalten. Vielen Dank! Ich nehme an, dass Du an einem Grammatik- Lehrbuch arbeitest und erwarte ich ein solches schon ungeduldig.
Beim letzten Satz der 4. Episode » Había mochos problemas…..» ist mir unklar, warum der Imperfekt angewendet wird. Im Deutschen würde man bei einer allgemeinen Aussage den Präsens verwenden. Könntest Du mir eine Erklärung hierfür geben?
Nochmals ein herzliches Dankeschön und alles Gute für Deine Arbeit.
Liebe Grüße aus Klagenfurt Artur
Querido Artur:
Aquí uso el imperfecto, porque estoy describiendo situaciones en general. Claro que también podría usar el presente, por supuesto. Pero es un tema más bien relacionado con el cuento en sí. No es muy fácil de explicar. Pero lo he usado de esta manera, porque «todavía estoy dentro del cuento…» No sé si te ha quedado más claro. Es como un recurso estilístico. Pero lo bueno es que también se puede usar el presente 🙂 Un abrazo,
Cristina
Muchas gracias por tu respuesta satisfactoria. Un abrazo Artur
🙂
Un abrazo,
Cristina