Las historias de Ángela Santos, estudiante de Psicología en Buenos Aires
Episodio 2/2022
Era marzo. Ángela y su mamá, Inés, estaban en un hotel cerca de las Cataratas del Iguazú. Había sido un regalo de Ángela para el cumpleaños de su madre. Cuatro días juntas, madre e hija, en el hotel La Cantera Lodge, en plena selva de Iguazú, en la provincia de Misiones, Argentina. Continuar leyendo «Ángela Santos en Cataratas de Iguazú»
Las historias de Ángela Santos, estudiante de Psicología en Buenos Aires
Episodio 1/2022
Era enero de 2022. El año había empezado muy bien, con una fiesta en familia y con algunos de los amigos y amigas de toda la vida. Ángela había ido a la casa de sus padres, Inés y Antonio. Este año habían venido de Europa las dos hermanas de Ángela con sus parejas: Viviana con su marido sueco, Sven Larsson y con los dos hijos, Alexander y Max. También vino Daniela con su novio. Viviana y su familia estaban viviendo con Inés y Antonio, que tenían mucho lugar porque la casa era grande. Daniela y su novio estaban viviendo en el departamento de Ángela. Dormían en el dormitorio de Ángela y ella se había pasado al sofá cama de la sala. Continuar leyendo «Las historias de Ángela Santos, estudiante de Psicología en Buenos Aires Episodio 1/2022»
Las historias de Ángela Santos, estudiante de Psicología en Buenos Aires
Episodio 7/2021
Ángela estaba muy feliz, porque por fin estaba en el Teatro Colón, una de las salas de ópera más importantes del mundo. El Teatro Colón estuvo cerrado quince meses por la pandemia de Covid 19 y el 2 de julio reabría sus puertas con una función de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, que iba a interpretar una obra de Gustav Mahler, “La canción de la tierra” (Das Lied von der Erde).
—¡Cuánta gente que hay acá, Ángela, le dijo Inés a su hija.
—Sí, mamá. Ya sé. Pero no te preocupes. La gente es cuidadosa. ¿Ves? El personal del teatro cuida que todos tengan sus mascarillas puestas. Mirá. Acá podemos rociarnos las manos con el famoso desinfectante.
Ángela y su madre, Inés, estaban en la cola para entrar al Teatro Colón. Era un regalo que Inés le había hecho a su hija, porque sabía que le encantaba ir al teatro y desde comienzos de la pandemia, por supuesto que no había podido ir.
El Teatro Colón era impresionante. Uno de los edificios históricos más representativos del país. Internacionalmente reconocido por su acústica y por su enorme valor patrimonial. Fue inaugurado el 25 de mayo de 1908.
—Hija, estoy tan feliz de poder estar acá contigo. Este lugar es maravilloso, ¿no te parece?, preguntó Inés, mientras se colgaba del brazo de Ángela y las dos avanzaban lentamente en la cola.
Las personas estaban de pie, a unos dos metros de distancia una de la otra. Ángela y su madre estaban juntas, porque pertenecían a una misma familia, una misma “burbuja”.
—Sí, mamá, estoy totalmente de acuerdo con vos. ¿Te acordás cuando vine por primera vez al Teatro Colón? Nunca me voy a olvidar. Habré tenido unos diez años y me trajiste a ver un ballet divino: El lago de los Cisnes, de Tchaikovsky. ¡Qué maravilla, mamá!
Ángela y su madre se sentaron en sus asientos reservados con mucha antelación, listas para disfrutar de la velada. Un concierto de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires en uno de los teatros más hermosos del mundo.
Hay más butacas vacías que ocupadas. Las personas estaban sentadas con gran distancia unas de otras. Era triste, pero al menos era posible participar y escuchar un concierto muy bonito.
Las luces del teatro se apagaron, toda la gente dejó de hablar y la música comenzó a sonar. Una maravilla.
Bueno hola a todos y bienvenidos al blog Ganas de hablar.
Hoy con mi voz más o menos pero va a hablar Irina.
Irina es una amiga mía y una colega y nos va a contar un poquito sobre su vida y cómo fue… cómo llegó a Sudamérica y cómo después se trajo aquí el mate. Ella nos va a contar un poquito.
Vamos a hacer la entrevista en dos partes: primero sobre su vida y después sobre el mate.
Las historias de Ángela Santos, estudiante de Psicología en Buenos Aires
Episodio 1/2020
Ángela se desperezó, bostezó, estiró las piernas y los brazos, abrió los ojos y, en primer lugar, se asustó un poco, porque no podía recordar dónde estaba. Una habitación muy limia y ordenada, una sala, toda decorada en tonos de blanco y crema…
Un segundo después lo recordó: estaba en la casa de una amiga de su madre, Cristina, que vivía muy cerca de la ciudad alemana de Dusseldorf.
Era enero y una amiga de Ángela, Francisca, le había preguntado si quería viajar con ella unas semanas a Europa. Y como Ángela había terminado sus últimos exámenes universitarios y estaba lista con sus estudios, pensó: ¿Por qué no?
Ángela hablaba muy bien inglés, pero no hablaba ni una sola palabra de alemán. Pero no era muy trágico, porque según su amiga Francisca, todo el mundo hablaba inglés en Alemania y no tendrían ningún problema para comunicarse. Además, había varios argentinos viviendo en Europa, así que las dos chicas podrían quedarse en casas de amigas y conocer el viejo mundo. Bueno, Ángela ya había estado un par de veces, Francisca también, pero un viaje así era excelente como culminación de los estudios y antes de comenzar la vida de adulto propiamente dicha, con un trabajo, formar una familia quizás, etcétera, etcétera.
Francisca ya estaba en el baño, duchándose. Ángela escuchaba el agua de la ducha. En ese momento apareció Cristina, la amiga de Inés, la madre de Ángela, y la saludó:
—Buenos días, Ángela, ¿cómo dormiste?
Se acercó al sofá cama en el que estaba Ángela y le dio un beso en una mejilla.
—Súperbien, Cris, este sofá cama es comodísimo. ¿Y vos?
—Yo siempre duermo bien, gracias, querida. Voy a preparar un desayuno rápido y después salimos a recorrer esta preciosa ciudad. Quiero mostrarles el río Rin, la tranquilidad de las calles, el casco antiguo de Dusseldorf, el puerto de medios con los edificios de Gehry, la famosa Königsallee y mucho más. No van a poder creer lo ordenado que es todo acá.
—Excelente. Tengo muchas ganas de conocer, contestó Ángela.
—¿Cuánto tiempo se quieren quedar? ¿Ya lo pensaron?, le preguntó Cristina.
—Tres días, creo. Después queríamos ir a Múnich, Hamburgo, algunas otras ciudades alemanas, antes de seguir viaje a los Países Bajos, Francia, quizás España… vamos a ver. No estamos seguras todavía. Va a ser un viaje bastante improvisado.
—Los viajes improvisados son los mejores, dijo Cristina, que ya estaba preparando la mesa del desayuno, con tostadas, jamón y queso, pancitos frescos que acababa de comprar después de su caminata diaria de media hora por lo menos, varias mermeladas y yogures.
—Buen día, Cristina, hola Ángela, ¿qué tal durmieron?, preguntó Francisca al salir del baño.
—Hmmm, qué delicioso olor a café recién hecho. Me encanta.
—Me alegra, querida. Las dos dormimos fantásticamente bien. Espero que vos hayas dormido bien también, le dijo amablemente Cristina.
—Sí, muy, muy bien. Ese sofá cama es genial, siguió Francisca.
Las tres mujeres desayunaron con toda tranquilidad y después de levantar la mesa y guardar todo, se pusieron en camino rumbo a la ciudad de Dusseldorf. Tomaron el tranvía, que era un medio de transporte comodísimo, aunque relativamente caro. Pero así no tenían que aparcar el coche y tenían total libertad para pasear de acá para allá y recorrer toda la ciudad. Pasaron unos días fenomenales visitando la ciudad y sus atracciones y Ángela estaba muy feliz, porque de ese modo podía descansar un poco, cambiar de ideas, enfocarse en sí misma y pensar qué haría de su vida en el futuro. Le parecía importante dejarse llevar un poco por la corriente de la vida y ver qué oportunidades se le presentarían.
Las historias de Ángela Santos, estudiante de Psicología en Buenos Aires
Episodio 12
Era el 24 de diciembre de 2019. Toda la familia estaba reunida en la casa de Inés y Antonio, los padres de Ángela. Hacía muchísimo calor, porque era verano en Buenos Aires y, como todos los años, la familia Santos celebraba la Nochebuena en casa, en familia, con un asado argentino, muchas ensaladas y buenos vinos. Continuar leyendo «Podcast para practicar español: Las historias de Ángela Santos, episodio 12»